lunes, 4 de mayo de 2009

RESEÑA
ABUSO ANIMAL: UNA SEÑAL DE PROBLEMAS MAYORES

Alisa Mullins nació en 1980 en Norfolk, Virginia, es especialista en investigación sobre el trato ético de los animales, por lo tanto es un miembro de la organización PETA (People for the Ethical Treatment of Animals). Ha escrito numerosos artículos para periódicos y revistas como The Wichita Eagle, The New York Times, Las Vegas Review-Journal, entre otros; e incluso ha sido invitada a publicar sus escritos en websites como startribute.com.

El pasado 4 de Enero Mullins publicó su artículo “Abuso animal: una señal de problemas mayores” en el cual pretende resaltar que la violencia hacia los animales genera la violencia hacia los seres humanos. Para apoyar lo anteriormente dicho se basa en testimonios, hechos reales y en investigaciones realizadas por la Asociación Norteamericana de Psiquiatría y el consejo de Abuso Contra los Niños.

Debido a numerosos estudios realizados a los asesinos más reconocidos en Estados Unidos, se ha logrado demostrar que el inicio de las conductas violentas y sanguinarias practicadas en seres humanos radica en la práctica con animales. Mullins comenta que de acuerdo a los perfiles del FBI, de la Asociación Norteamericana de Psiquiatría la gente que lastima a los animales, con seguridad seguirán “el juego” pero hacia un escenario mayor: sus compañeros humanos. La autora nos proporciona algunos ejemplos como el de Luke Woodham, de Pearl, Miss., quien torturó a su propio perro (describiendo el asesinato del animal como “una cosa bella”) antes de apuñalar a su madre hasta matarla y de disparar contra una conglomeración fuera de su escuela.
Con este tipo de estudios se puede comprobar que el maltrato hacia un animal dice mucho acerca de la conducta y la personalidad de un ser humano, debido a que las personas que disfrutan con el dolor de un animal también disfrutan con el de otro individuo, demostrando así su inestabilidad emocional y psicológica.

El director del centro de Estudios del Niño (Child Study Center) Howard S. Koplewicz afirma que entre los asesinos existe un factor común: su patrón de conducta violenta, cada uno de ellos comenzó siendo agresivo con sus compañeros y su familia, posteriormente disfrutó jugar con fuego, la crueldad hacia los animales, terminó aislándose de los demás y finalmente acabó matando a un ser humano, generalmente cercano.
Alisa Mullins agregó que a este ciclo de violencia también hacía parte la intrafamiliar; en un estudio realizado a mujeres golpeadas, la mayoría admitió que su pareja había matado animales y una cuarta parte confesó que seguían son su pareja para no tener que dejar a su mascota con ella.
Esta información es de gran importancia ya que al haber analizado los patrones de conducta de los asesinos, actualmente tenemos datos contundentes para reconocer a posibles abusadores y asesinos potenciales, para así poder proporcionar un tratamiento psicológico desde la niñez y detener cualquier conducta violenta a futuro.

En San Francisco, a raíz de conocer esta conexión sobre el patrón de conducta violenta, los oficiales son entrenados para recocer a los niños víctimas del maltrato al analizar a su mascota.
La autora añade que de acuerdo al Consejo de Abuso contra los Niños (Child Abuse Council), la mayoría de las denuncias reportadas son las de animales maltratados, pues es más notorio y no es necesario preguntarse “que habrá hecho el animal para que lo golpearan”, mientras que al denunciar sobre el maltrato de un menor de edad una de las preguntas más frecuentes es precisamente ésa y en algunos casos como en el abuso sexual no es directamente notorio en el cuerpo.
Para esto, en 1993 en California se estableció una ley que obliga a los oficiales de control animal a reportar el abuso de menores.

Es indispensable que de acuerdo con esta información la sociedad que aún califica el maltrato animal como un delito menor, se concientice sobre esta situación ya que al no castigar severamente a quienes maltratan a los animales, están ignorando las señales de violencia y las posibles ayudas psicológicas intensivas que se requiere para no generar criminales potenciales o apoyar la violencia intrafamiliar.



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